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Juan Carlos Girauta

Ver y no entender

Ningún socialista inteligente está celebrando las encuestas del debate porque es obvio que a Rodríguez le favorece un diferencial de entre diez y quince puntos que procede de los que no votan PSOE ni PP.

Debe ser triste esperar a ver que dicen las encuestas para opinar sobre lo que se ha visto, pero allá cada cual con sus carencias. Debe ser incómodo ocultar sistemáticamente lo que se piensa en entornos hostiles, pero allá cada cual con sus complejos. Debe ser deprimente matarse a votar en los foros abiertos siguiendo las instrucciones de los aparatos de agitación y propaganda de los partidos, pero allá cada cual con sus distracciones. Debe ser vertiginoso ceder a tanto sesgo, someterse a tanto autoengaño… porque al final la realidad se impone como la ley de la gravedad.

Uno puede equivocarse, naturalmente, pero cabe al menos mantener la dignidad expresando lo que se piensa. Genuinamente. Tras el debate, escribí posiblemente la primera columna sobre el tema; conté lo que vi: un KO de Rajoy. Conozco las distorsiones del voto vergonzante porque vivo en Cataluña, donde uno puede tratar a una persona durante años antes de que ésta le confíe que vota al Partido Popular. Basta con cotejar las encuestas locales de cada elección y los posteriores resultados. Parece mentira que a estas alturas, con lo que gustan de cocinar los resultados los maestros de la demoscopia, todavía no se haya encontrado el coeficiente corrector del voto oculto promovido por la presión ambiental.

Es asombroso que tan pocos analistas reparen en que el odio al PP es el principal factor de cohesión tanto de las izquierdas como de los nacionalismos, y que millones de personas que jamás votarán al PSOE sino a IU, CiU, ERC o PNV van a decir siempre y en todo caso que Rajoy ha perdido. Aunque se enfrente a un traje vacío. Ningún socialista inteligente está celebrando las encuestas del debate porque es obvio que a Rodríguez le favorece un diferencial de entre diez y quince puntos que procede de los que no votan PSOE ni PP.

Si están convencidos de haber ganado, ¿por qué se han puesto tan nerviosos en Ferraz mientras estallan de júbilo en Génova? La actitud del representante de El País en un reciente debate televisivo resultaba perfectamente esquizofrénica: aseguraba que el triunfo del presidente en el debate había sido inapelable… con un enfado y disgusto mayúsculos, trufado de reproches a Rajoy por haber defendido tesis que a fin de cuentas son las del PP. ¡Debería estar encantado, señor mío!

El sesgo descomunal de las mediciones post debate está tan a la vista que sólo escapa a quienes se vendan los ojos voluntariamente. Presten atención al altísimo “No sabe/no contesta” de ciertas prospecciones de prestigiosa firma, por encima del 20% en algún caso: ¿Cómo van a interpretar ese silencio? Fíjense en aquellas otras en que Rajoy sale favorecido por un porcentaje mayor al de su propia expectativa de voto y empezarán a entender lo que ha pasado con muchos miles de indecisos después del lunes por la noche. Eso que ha pasado es justamente lo que enfurece a El País y saca de quicio al aparato de Ferraz.

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